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Uno de los mayores dilemas a los que nos enfrentamos en nuestra vida familiar es plantearnos a qué edad permitiremos a nuestros hijos tener su propio móvil. Pensar que se lo llevarán al colegio y que lo usarán a todas horas no ayuda mucho en la decisión. Pero hay un grupo emergente de expertos en educación que han sabido cómo sacar partido de este dispositivo en el desarrollo de sus clases, aunque sus planteamientos no dejan de crear polémica entre padres y educadores.
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Para poder posicionarnos sobre el tema hemos reunido a 15 profesores y expertos en educación 2.0 de España y Latinoamérica para que nos respondan a esta pregunta: ¿Estás a favor o en contra del uso del móvil en el aula y por qué? Estas son sus respuestas:
Dolors Reig: “Los móviles (‘smartphones’) se han convertido en un instrumento fundamental para el ‘cyborg’ (ser humano aumentado) de nuestros tiempos. Eliminarlos en el aula resulta artificial y contraproducente desde el punto de vista de que perdemos la oportunidad de orientar su uso con fines educativos o incluso de autocontrol de la propia conectividad. Resulta absurdo, además, cuando los usos lúdicos que pretendemos evitar pueden realizarse en ordenadores o ‘tablets’ que a veces sí permitimos. Las tendencias tecnológicas avanzan hacia ‘smartphones’ de pantalla cada vez más grande, así que pueden resultar incluso herramientas para tomar apuntes, consultar temas, etc. Evidentemente, hablo de educación superior, así que sí tendría algún sentido eliminarlos en el caso de niños y para la realización de actividades concretas. En el resto de casos es mejor educar su uso”.
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José Luis Orihuela: “Al dedicarme a la comunicación digital y a los medios sociales, en mis clases de grado, posgrado y conferencias siempre permito y aliento el uso de móviles, tabletas y portátiles. Además, animo a los participantes a tuitear las sesiones. La docencia en el campo de la Comunicación no puede prescindir de la cultura de la conectividad en la que viven los estudiantes. Hay que construir la formación a partir de sus múltiples destrezas comunicativas y no contra ellas. El problema no es la tecnología que usen los alumnos para distraerse, sino la metodología y los contenidos temáticos que pretendemos imponerles”.
Tíscar Lara: “Estoy completamente a favor, no solo porque es una herramienta de comunicación digital y producción multimedia que debemos incorporar y aprovechar, sino también porque es parte de nuestra realidad y especialmente de la de los más jóvenes. A estas alturas podríamos decir que de ser una oportunidad ha pasado a ser prácticamente una obligación para la Escuela. Además del proyecto Mlearning EOI en Educación Superior, recomiendo explorar las experiencias de aula de otros niveles educativos desarrollados por profesores como César Poyatos o Charo Fernández con los proyectos Physicsonthego y FitoAtocha«.
Eduardo Amos: “El ‘m-learning’ es una de las herramientas más poderosas de enseñanza y aprendizaje, con un potencial excepcional para romper las barreras que separan a profesores y estudiantes. La mejor experiencia que tuve en ese sentido fue con un pequeño proyecto realizado por un grupo de alumnos de Secundaria en Bezerros, Pernambuco (Brasil). La distancia de más de 2.500 kilómetros que nos separaba desapareció cuando durante una clase estos alumnos intercambiaron más de 50 SMS conmigo, que soy uno de los autores del libro de texto que utilizaban. Fueron 50 minutos muy intensos en el que practicaron el género textual del SMS para conocer un poco más acerca de mi trayectoria profesional, mis obras y mi vida personal. Cuando fueron transcritos, nuestros mensajes dejaron de ser textos frágiles y efímeros para convertirse en un material didáctico. La barrera de la distancia se rompió y la motivación aumentó de modo espectacular”.
Viviana Araya: “Una clase podrá ser altamente exitosa en conexiones neuronales si, mientras el docente explica, el alumno investiga en Internet, saca fotos del material, graba algún procedimiento, se ubica espacio temporalmente en mapas interactivos, toma apuntes en herramientas como Evernote para luego compartir e intercambiar el material con sus compañeros y entre todos armar un mural con sus conclusiones o debates del tema que se publicarán en el blog del aula o en un documento compartido. Pero una clase también puede ser un fracaso estrepitoso si, mientras el docente explica, el alumno se dedica a poner al día sus redes sociales. Por lo tanto, más allá de responder con un sí o un no al uso del móvil en el aula, primero debemos preguntarnos cómo, por qué y para qué lo incorporaríamos a nuestras clases. Una vez que tengamos las respuestas, debemos planificar la clase en torno a ellas para lograr una experiencia educativa, creativa y gratificante para todos los involucrados”.
Graciela Bertancud: “El mayor reto es enseñar a los niños y jóvenes acerca del uso correcto del móvil, sobre todo lograr que el dispositivo esté en silencio en los momentos en los que se necesite estar concentrado. A veces esto es un tanto difícil de entender, dado que han nacido conectados y no saben que se puede vivir sin tanta conexión y que prescindir de ella no es el fin del mundo. Como en todo proceso de aprendizaje, es importante la motivación, la adhesión a la propuesta. En lo personal, cuando pautamos silenciar los celulares con mis estudiantes, lo hacemos sin ningún gesto y convencidos de que es lo mejor para nuestro rendimiento; con esto no quiero decir que no lo utilicemos durante el trabajo y lo consultemos cuando es necesario. En realidad, no creo conveniente consultar el móvil cada dos segundos y abandonar, de ese modo, el control de nuestra vida para ver qué ha publicado tal o cual persona en sus redes y alejarnos, en cierta medida, de las personas que estén a nuestro alrededor. Este, considero, es el desafío más importante”.
Mariela Duarte: “Creo que el uso del celular dentro del aula, con fines obviamente didácticos, incentiva la creatividad, la imaginación y la conectividad. En el Instituto Ballester trabajamos con Google Apps for Education. Los alumnos en su celular pueden recibir mails individuales y del curso, consultar su calendario individual y del curso, utilizar Hangout para conectarse en forma sincrónica a través de mensajes o de videoconferencia, usar el traductor, buscar información, crear documentos y guardar archivos en Drive, ingresar a Classroom, grabar vídeo, audio, etc. y bajar otras aplicaciones educativas”.
Patricia Escalante: “El móvil ya es una herramienta imprescindible en nuestras vidas, así que no hacerlo partícipe del proceso de enseñanza-aprendizaje es impensable. Como docentes, debemos apropiarnos de su uso y aprender a sacar todo el provecho del mismo. Nuestros jóvenes han venido adaptando su cotidianidad a las nuevas tecnologías, en ocasiones con buenas prácticas y en otras no tan buenas. Debemos vencer nuestros miedos, para llegar a ser los mediadores tecnológicos que nuestros estudiantes necesitan. La clave del adecuado uso de la tecnología radica en la apropiada orientación que brindemos sobre las mismas. No necesitamos ser expertos, sino dedicarnos a lo que hacemos mejor: mediar con pedagogía. Cuanto más logremos integrar el trabajo del aula con el buen uso de herramientas tecnológicas como el móvil, antes estrecharemos la brecha entre educación y tecnología. Podríamos empezar con el uso del calendario para programar los trabajos y las evaluaciones de nuestros estudiantes, ya que siempre nos quejamos de su falta de planificación. ¿Qué tal una alarma para recordarles que deben comenzar a leer el libro que será evaluado en un par de semanas?”.
Tânia Knittel: “Durante la investigación que realicé para mi doctorado, comprobé que los teléfonos móviles pueden ser un recurso pedagógico, pero para ello el profesor debe jugar un papel fundamental como mediador. Por otro lado, en el día a día observamos que, pese a que los dispositivos móviles forman parte de la vida cotidiana de los alumnos, muchos de ellos no los ven como recursos que se pueden usar en la escuela. Es necesario que esa herramienta se transforme porque lo cierto es que los alumnos están preparados para asimilar nuevas formas de acceder a la información y de construir el conocimiento. Pero para eso, los educadores deben crear experiencias significativas y facilitar recursos e información en tiempo real a los estudiantes”.
Rosa Liarte: “Estoy a favor del uso del móvil en el aula porque es una herramienta de aprendizaje ubicuo y potencia la autonomía e iniciativa personal del alumnado. Usarlo en mi clase para aprender sobre latitud y longitud junto con Google Maps, coevaluar con Rúbricas a través de formularios de Google, o usar numerosas apps, es el día a día en mi clase. En mi centro está aprobado el uso de móviles en el aula, nuestro alumnado ha elaborado las normas de su buen uso y todo transcurre con normalidad. ¿Hasta cuando en un mundo conectado, los centros educativos van a dejar de estar desconectados?»
Priscila Oliveira: “¿Es el móvil el gran villano en las clases? Muchos colegios y profesores consideran este pequeño aparato como una amenaza, pero en realidad puede convertirse en un aliado con múltiples utilidades si se establecen estrategias pedagógicas para utilizarlo. De hecho, en la escuela donde doy clases, en São Paulo, hay situaciones en las que se permite su uso, como, por ejemplo, para buscar en los diccionarios online el significado de palabras, para hacer los ejercicios digitales de la colección Ventana al español cuando se olvidan el libro en casa o para realizar actividades con vídeos de canciones utilizando sus móviles y los auriculares, lo que facilita la comprensión auditiva de la lengua. Por eso, lo veo como un recurso muy útil y que ya forma parte de las clases”.
Melania Ottaviano: “Si algunas instituciones, directivos o docentes se dieran cuenta de lo útil que sería contar con el móvil del alumnado en el aula, en lugar de un PC por cada uno o una sala de computación, sería no solo un ahorro en inversión de equipamiento importante, sino también una forma de reconocer que el cuaderno digital del alumno ya podría tener lugar en un móvil o celular, con la carpeta didáctica guardada en un drive o en la nube y libros digitales de las diferentes materias. También contaríamos con un recurso que los alumnos usan de forma natural y que podríamos emplear como red social privada de intercambio y de colaboración entre docentes y alumn@s a través de grupos de WhatsApp, Telegram u otras mensajerías; o bien utilizar apps para generar actividades multimedia o editar vídeos, algo que puede ser de gran utilidad en clase. La clave, sin duda, es la preparación o capacitación del docente y de las instituciones educativas para tomar las decisiones adecuadas y generar un cambio cultural de este tipo. Los alumn@s ya están preparados”.
Yolanda Quiazua: “¡Es una gran oportunidad! Pero está claro que la tecnología, por ella misma, no propicia el éxito educativo, sino que es necesario que el docente establezca una adecuada política de uso, con un sentido de responsabilidad en la producción y oferta de contenidos desde los aspectos pedagógicos. Las ventajas de incluir los dispositivos móviles en el aula son numerosas, ya que ponen a nuestro alcance opciones para la enseñanza-aprendizaje investigando, leyendo, analizando, escuchando, conversando, creando y comunicando. Casi de forma sistémica permite visibilizar el pensamiento y las ideas de todos los estudiantes. Los propios alumnos remarcan que si no usan los dispositivos en clase se quedan atrás, perdiendo la oportunidad de explorar un mundo que no está en el aula”.
Ricardo Silva: “Estoy a favor de un uso adecuado del móvil en las clases, sobre todo teniendo en cuenta la realidad social en la que vivimos, donde las tecnologías móviles digitales forman parte de la vida cotidiana de niños, jóvenes y adultos, tanto para el entretenimiento como para la comunicación y la investigación. Por lo tanto, ¿por qué no usarlas también a la hora de estudiar? Como investigador en el área de Educación Tecnológica, realizo informes sobre computación ubicua, clases invertidas y aprendizaje con dispositivos móviles en los que pongo de manifiesto la necesidad de que el docente se apropie del aprendizaje mediado a través de tecnologías digitales móviles. Y, en concreto, el teléfono móvil ya forma parte del día a día del aprendizaje”.
Cristina Velázquez: “El éxito del aprendizaje móvil dependerá de nuestra capacidad para aprovechar al máximo las ventajas pedagógicas que ofrecen los dispositivos, por lo que es muy importante capacitarnos técnica y pedagógicamente en su uso, explorar aplicaciones educativas y, además, compartir las buenas prácticas para que puedan ser adaptadas, mejoradas y replicadas en otros contextos educativos.
Algunas de las ventajas del uso del móvil como herramienta para el aprendizaje son: la posibilidad de organizarse mejor, comunicarse y trabajar colaborativamente con sus compañeros y profesores, así como aprender contextual e informalmente mediante diferentes aplicaciones, algunas de las cuales han sido desarrolladas especialmente, con fines educativos. Las desventajas serían un uso inadecuado que puede generar distracciones en el estudio, pero hay métodos que pueden regularlo y soluciones que pueden ser acordadas por consenso entre el docente y sus alumnos para optimizar sus posibilidades educativas”.
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